Un nuevo capítulo en la historia del diseño de automóviles de consumo de combustible ultraeficiente, que comenzó en 2011 con el desarrollo del primer motor diésel con turbocompresor de dos cilindros del mundo.
En la actualidad, el motor de 0,8 litros, alimentado por el turbocompresor Honeywell más pequeño del mundo, puede verse en vehículos destinados sobre todo para el transporte de productos desde los almacenes a los negocios locales. Para Honeywell, el desarrollo de un motor tan pequeño ha supuesto una variedad de desafíos de ingeniería y diseño completamente nuevos.
“Los problemas de desarrollo de un turbocompresor para un motor de dos cilindros no giran solo en torno a su tamaño , sino también en torno a desafíos específicos vinculados a la sobretensión del compresor, fugas de aceite, vibraciones elevadas y una alta carga de empuje debido a las pulsaciones del motor. Estas cuestiones se ponen de manifiesto en este caso mucho más que en el caso de un motor de cuatro cilindros''
Esto implicaba que los ingenieros de Honeywell tuvieron que afrontar el diseño del turbocompresor desde un ángulo completamente nuevo.
“Planteamos un turbocompresor totalmente nuevo, que incluía una carcasa para la turbina muy pequeña con un colector integrado y la rueda del compresor más pequeña jamás diseñada por Honeywell. Unas cargas de empuje relativas más elevadas y causadas por la pulsación de un motor de dos cilindros implicaban la creación de un nuevo concepto de fricción en el cojinete de “tipo Z”, lo que resulta fundamental para conseguir la máxima eficiencia a la hora de cuadrar el turbo con los requisitos del motor”.
Por tanto, se desarrolló un cojinete compacto de alta eficiencia, cuyo diseño tuvo tanto éxito que se está extendiendo paulatinamente a otros tamaños de turbo.
El resultado de esta intensa actividad de ingeniería es un turbocompresor fiable y de gran rendimiento, que se encuentra instalado en el motor de producción de los fabricantes de equipos originales de dos cilindros desde 2011, lo que ha contribuido a una destacable mejora del 25% en energía en comparación a un análogo sin turbo y a significativas ganancias en eficacia de combustible y a una disminución de las emisiones.
Fundamentalmente, este éxito demostrado allana el camino para el desarrollo de una nueva generación de vehículos comerciales ligeros y de pasajeros diésel de dos y tres cilindros con turbocompresores, sobre todo en las regiones en desarrollo.
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